Cada 1 de noviembre, recordamos a nuestros seres queridos encendiendo lamparillas, una tradición transmitida por nuestra madre. Hoy, rememoramos a nuestros mayores visitando cementerios y llevando flores. Curiosamente, echamos de menos la representación teatral del Don Juan de Zorrilla, aunque siempre retomamos este libro, alternándolo con la obra de Gonzalo Torrente Ballester. Nos preguntamos por qué se acude más a los cementerios el Día de Todos los Santos que el de los Difuntos. La Iglesia explica que el Día de Todos los Santos se celebra por los difuntos que han alcanzado la santidad y gozan de la vida eterna, centrándose en bebés y niños. El Día de los Difuntos, en cambio, se dedica a orar por las almas de los fieles fallecidos. Una encuesta reciente revela que seis de cada diez entrevistados mantienen la tradición de conmemorar este día, aunque con una transformación de los rituales. En Madrid (53%) y Cataluña (52%) los índices son menores, mientras que Extremadura y Andalucía (73%) muestran mayor arraigo. El 55% considera que es un día para honrar a sus antepasados, marcando una evolución generacional en el entendimiento del duelo. La mayoría (80%) realiza actos recordatorios, como visitar cementerios (48%), tener reuniones familiares (30%) o colocar flores en lugares especiales. Se observa una pérdida de sentimiento religioso y una búsqueda de emoción y memoria compartida. Los servicios funerarios evolucionan para adaptarse a las necesidades actuales, mientras que la tradición teatral del «Tenorio» de Zorrilla persiste en algunas localidades, como Alcalá de Henares, donde se celebra anualmente el «Don Juan en Alcalá» con gran asistencia de público.